En ocasiones no queda otra opción que postear sobre temas con los que tienes un vínculo emocional importante. He tomado pitu caleya en casa en Nochebuena y Navidad durante 33 años. Mi madre guisaba uno, mi abuela otro y cada año comentábamos lo mismo.
Pues el de ayer era más auténtico, que el de hoy ya había hecho la mili, quemote la salsa, el hígado nunca llega a la mesa güelita, coño está prietín, esti tien color de haber cruzao en patera. Pasan los años y te acuerdas de los que ya no están con una sonrisa.
Si suelo ser tozudo en general con lo del producto, aquí doy el paso a talibán. Si no tienes un pollo de alrededor de 9-12 meses criado en completa libertad (de ahí su nombre pollo de carretera) no puedes saber de qué estoy hablando.
Guisamos con cebolla, ajo y brandy alrededor de tres horas de víspera y dejamos un día a reposar para que amanse. En este caso hemos incluido pasas, chalotas y Oporto mientras el ajo se iba al banquillo, utilizando la receta de mi otra casa. El resultado es igual de bueno.
Ah, y mañana arroz con pitu.
Genial, inolvidable, crea adicción, te pasas el año pensando en el «pitu» de Navidad.